martes, 15 de diciembre de 2009

EL SUEÑO QUE TERMINÓ EN UNA PESADILLA



El Matador logró la clasificación a su primera copa internacional, pero una rápida y agónica eliminación le trasladaron los fantasmas al Apertura, donde finalizó último. Ya con Caruso, como sucesor de Cagna, la apuesta no es menor: volver a ser.

El equipo de Cagna arrancó el año cumpliendo con su primera meta: la clasificación a la Sudamericana. El colchón logrado en el torneo del triangular le permitieron sacar boleto pese a una campaña de apenas 23 puntos en el Clausura.

Y el segundo semestre tuvo un comienzo soñado: triunfo ante San Lorenzo en la ida copera y victoria en el clásico contra Chacarita en el debut del Apertura. Por ese entonces ni el más pesimista podía imaginar un descenlace como el que finalmente depararon los dos torneos.

La vuelta en el Nuevo Gasómetro marcó un quiebre definitivo en el ánimo del plantel. Fue 0-1 a falta de tres minutos para abrochar el pasaje a octavos de final y cuando el equipo ya jugaba con un hombre más. Un golpe de gracia para un equipo que soñaba con hacer más duradera su travesía internacional.

Con el autoestima por el suelo, Tigre se acostumbró a perder, terminó último en Apertura, con sólo 8 puntos, y a futuro ya se encendió una luz de alerta con los promedios. Para colmo se fue Cagna que logró en la institución el Ascenso a Primera y dos subcampeonatos (Apertura 2007 y Apertura 2008). Ahora es el turno de Ricardo Caruso Lombardi, un hombre que conoce el paño y tiene espaldas como para comandar el resurgir.

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